
Suavecito me pusiste todo en su lugar, como juego para armar. Colocaste besos justamente en el lugar, cirugía para curar las heridas que dejo el pasado sin sanar, y en el caos de mi infierno instalaste tu gobierno. Me aceptaste como un cero izquierdo y sin valor, me peleaste sin nada a tu favor. Con la suavidad con la que se mueve un rumor, con el paso de un anciano, con paciencia de artesano... me salvaste.
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